¡ALELUYA! JESÚS VIVE

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¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Cristo ha resucitado!

Las mujeres fueron las primeras en ir al sepulcro y comprobar que Jesús no estaba allí, que, tal y como habían anunciado las Escrituras, había resucitado.

Pascua quiere decir paso del Señor y es que Jesús Resucitado pasa por nuestra vida y la transforma o, al menos, deberíamos dejarnos transformar. Porque, además, la Pascua dura no cuarenta días como la Cuaresma, sino cincuenta días hasta la celebración de Pentecostés.

Si la Cuaresma ha sido difícil por la cuarentena, la Pascua de este año va a ser gozosa y no solo por la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sino por todos esos cambios profundos que hemos ido experimentando dentro de nosotros a lo largo de la Cuaresma- cuarentena.

Hemos aprendido a valorar lo pequeño, lo sencillo; a disfrutar de nuestra familia; a compartir con los vecinos lo que teníamos; a preocuparnos por los que antes ni conocíamos; a dar gracias a Dios por un rayo de sol en la terraza o por una llamada de aquella persona con la que habíamos perdido el contacto.

De repente, todo el mundo, o casi todo el mundo, se ha vuelto bueno, solidario, generoso, como si estuviéramos en Navidad. Otra Pascua, otro paso del Señor.

Y ¿Por qué no seguimos siendo buenos todo el año, no solo con el coronavirus? ¿Por qué no hacemos de la vida una Pascua perpetua donde estén siempre presentes el amor, la alegría y la esperanza de Cristo resucitado?

Visto a largo plazo puede parecer costoso y difícil, pero vamos a proponernos objetivos a corto plazo. Día a día. Hagamos que cada día sea nuevo, alegre, vivámoslo con esperanza, pensando que mañana saldrá de nuevo el sol, aunque alguna nube nos lo oculte.

¡Vivamos la Pascua!

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